Los restos de semillas más abundantes corresponden a cebada de la variedad vestida. Grandes cantidades de este cereal procedentes del valle del Guadalentín o incluso más lejos fueron almacenadas en La Bastida. En cambio, el trigo resulta minoritario. La dieta se completaba con habas y especies silvestres como higos y moras.

Restos de semillas

Las excelentes condiciones de preservación han permitido recuperar fragmentos de pleitas de esparto y restos de madera, como por ejemplo parte del mango de coscoja o encina de un hacha depositada como ofrenda funeraria, o fragmentos de las tablas de pino rojo o salgareño que cubrían esa misma tumba. No se trata de algo extraño en La Bastida, ya que Martínez Santa-Olalla menciona que en la tumba nº 37 se encontró un “punzón con mango de madera in situ, la parte metálica envuelta en un tejido”.

Pata de oveja depositada como ajuar funerario

Los abundantes huesos de cabras, ovejas, vacas y cerdos testimonian la importancia de la ganadería en la subsistencia.