Ciertos huesos de animales, como huesos largos, costillas, escápulas o dientes, se utilizaron como materia prima para la fabricación de adornos y herramientas. La selección del hueso dependía de la función prevista para el objeto final. Así, los huesos tubulares se seccionaban en bisel y se apuntaban para obtener punzones o agujas, mientras que los huesos aplanados resultaban más aptos para la elaboración de espátulas. A veces, el soporte se sometía al fuego para endurecerlo. Las diáfisis de huesos largos se aprovechaban en ocasiones para elaborar cuentas de collar cilíndricas aunque, en otras ocasiones, este tipo de adornos se elaboraron sobre vértebras de pescado. Reconstruir en cada caso el proceso tecnológico constituye uno de los objetivos de nuestra investigación.

Botones de marfil con perforaciones en V

Por otro lado, el origen de algunos de los soportes óseos puede ayudar a definir el alcance geográfico de los sistemas de suministro. Entre las materias primas exógenas que encontramos en La Bastida, destacan las conchas marinas, tal vez procedentes de las playas de Mazarrón. El acusado desgaste de la mayoría de estas conchas sugiere que sólo se recogían valvas vacías. Desde el punto de vista del intercambio, resulta especialmente interesante el marfil, utilizado para fabricar botones con una perforación interna en forma de V. El marfil podría haber llegado al sureste peninsular desde el Mediterráneo oriental o el norte de África. Análisis específicos (mediciones ópticas y espectroscopía de transmisión) informarán sobre la procedencia de estos bienes de intercambio a larga distancia.