El entorno físico de La Bastida está caracterizado por un sustrato geológico mayoritariamente terciario en el que predominan rocas calizas, margas, yesos, areniscas y conglomerados y, en menor medida, formaciones metamórficas más antiguascon pizarras y cuarcitas. Los intensos procesos erosivos han conformado barrancos y depósitos de sedimentos aluviales y coluviales cuaternarios.
El clima es mediterráneo semiárido-seco con veranos cálidos e inviernos frescos. La pluviosidad anual, de 300 mm, destaca por su irregularidad. La flora es propia del piso mesomediterráneo, con presencia de encinas, pinos, coscoja, esparto, enebro, espino y tomillo. Entre la fauna figuran mamíferos como jabalí, muflón del Atlas, liebre blanca, zorro, ardilla y aves como chovas, aviones roquedos y arrendajos.
La Bastida está cerca del valle del Guadalentín, aunque queda prácticamente oculta desde la vega. Ocupa un cerro de forma cónica en el que la base de las laderas este y sur ha sido fuertemente afectada por la erosión de la rambla de Lébor y del barranco Salado. A los efectos de la erosión, se suma la destrucción casi total de la ladera norte y la cima durante los años 70, con motivo de la repoblación forestal del IRYDA.
Próximo al barranco Salado, se localiza un manantial del que hoy día fluye agua no potable. En el entorno de La Bastida hay además varios yacimientos prehistóricos conocidos desde antiguo: Campico del Centeno, Cueva de los Blanquizares, Campico de Lébor, Cabezo de Juan Clímaco, Cejo del Pantano y La Serrecica, Todos son calcolíticos menos los dos últimos, que corresponden al Paleolítico y al Bronce Final, respectivamente.