La gran cantidad de artefactos de piedra, su intervención en un amplio abanico de actividades productivas y sus excelentes condiciones de conservación les convierten en elementos cruciales para conocer la organización económica y social de la comunidad que vivió en La Bastida. Además, el uso de la piedra como material constructivo se hace evidente en los potentes muros de las viviendas y en las tumbas.
Las herramientas de piedra presentan una forma y un tipo de roca acordes con su futura función. Se realizan análisis petrográficos, morfométricos, traceológicos y de residuos, que se complementan con programas experimentales y ensayos mecánicos.
Uno de los equipos técnicos mejor representados en La Bastida son los artefactos de molienda, sobre todo en los momentos finales de la ocupación argárica. El estudio de la procedencia de las rocas y el análisis mecánico de sus propiedades físicas revela una inversión considerable de fuerza de trabajo para adquirir rocas eficientes (volcánicas) que proceden de fuentes lejanas (entre 9 y 32 km). Al parecer, en torno al 40% de los artefactos están fabricados con materias primas traídas desde más de 20 km. Esta circunstancia es inusual dentro del mundo argárico, ya que los grandes enclaves en cerro rara vez emplean más de un 5% de rocas procedentes de más de 10 km de distancia.
Estudios preliminares realizados sobre el material lítico tallado destacan igualmente que La Bastida era abastecida de soportes de sílex oolítico que llegaban en forma de láminas o lascas.
La relativa lejanía de La Bastida con respecto a las tierras cultivables del Guadalentín, unido a la abundancia de cereales y de vasijas de almacenamiento apuntan a su importancia como centro productor y distribuidor de harina.
La capacidad para movilizar fuerza de trabajo, centralizar la producción cerealista y acceder a materias primas de un extenso territorio da una idea del control económico y el alcance político del poder que ejercieron las élites de La Bastida en el sureste peninsular.